Intervista a Marc Favreau
Conservador jefe del Museo de Bellas Artes y comisario de la exposición
A modo de introducción, vamos a recordar el origen de esta serie de colgaduras. Es la culminación de distintos proyectos que se remontan a la década de 1640 y, en particular, a los años entre 1640 y 1642, momento en que Poussin, convocado por Luis XIII y Richelieu, vuelve a París y se convierte en Primer Pintor del Rey. Como tal, recibe el encargo de muchas decoraciones, de retablos de altares y, en particular, de tapices para la Corona, y a partir de esa fecha, tiene que trasladar parte de sus obras y, sobre todo, una serie denominada "Los Siete Sacramentos", que entonces pertenecía al aficionado romano Cassiano del Pozzo y que Poussin había terminado a principios de la década de 1640. El proyecto no culmina, porque Poussin no se encuentra cómodo. Para empezar, porque una camarilla liderada por Simon Vouet se dedica a molestarle, y además porque a Poussin no le agrada copiar obras ya realizadas.
Dado que el tema no le apasionaba demasiado, va dejando de lado el proyecto. Sin embargo, empieza a trabajar en otra versión de "Los Siete Sacramentos", que hay que dibujar para este encargo de la colgadura real. En el otoño de 1642, Poussin, harto de las exigencias de la Corona francesa, regresa a Roma y este primer proyecto se termina. Los primeros dibujos van a dar como resultado una segunda serie de los Sacramentos, más conocida como "Los Sacramentos" Chanteloup, por el nombre de su propietario. Y es así como se abre el episodio de la relación de Poussin con la tapicería. Chanteloup, el beneficiario de los dibujos de esta segunda versión de los Sacramentos, llega a considerar pagar de su propio bolsillo el traspaso de los cuadros de Poussin a tapices, por lo que se dirige a un gran maestro tapicero parisino de origen flamenco, Hippolyte de Comans, que se encuentra en la ubicación del palacete de los Gobelinos, donde unos años más tarde se instalará la Real Fábrica. Chanteloup encarga una primera pieza titulada "El orden", pero enseguida se aprecia que no ofrece todas las calidades técnicas de traslado de una pintura a un soporte tejido, y el experimento se detiene ahí.
El proyecto vuelve a resurgir en 1665, cuando Gian Lorenzo Bernini llega a París. En la carroza que lo lleva a él, a Chanteloup y a Colbert desde Saint Denis a París, Chanteloup solicita a Colbert que vuelva a traspasar las obras de Poussin, sobre todo a partir de "los Sacramentos". Colbert se niega, porque considera que las técnicas tapiceras francesas no están aún lo suficientemente desarrolladas como para captar todos los matices de la pintura de Poussin, y reproducir todos sus efectos cromáticos.
Sin duda, fue la insistencia de Chanteloup en querer ver tejidas las obras de Poussin, lo que se introdujo en el espíritu de Colbert y, muy probablemente, de Le Brun, la idea del proyecto cuya culminación presentamos aquí: la "colgadura de Moisés", porque sabemos que, aunque Colbert empezó a comprar para el rey obras de Poussin muy temprano, el tema de Moisés le interesaba por otras razones, sobre todo porque es una prefiguración de la defensa de la fe verdadera, al ser Moisés el defensor de Dios en la tierra. Por lo tanto, se cree que Colbert inicia el proyecto que en 1685 va a culminar en la realización de 29 de las 31 piezas encargadas, lo que a su vez va en contra de la tradición por la que abogan hasta la fecha los historiadores de arte, de decir que fue Louvois, sucesor de Colbert a partir de 1683, el que inició este programa. Es muy posible que, teniendo en cuenta los tiempos de tejido y en función de otros encargos que los Gobelinos tenían pendientes, la colgadura sin duda comenzara en vida de Colbert, igualmente por iniciativa de Le Brun, que veneraba a Poussin.